Esa flexible, intricada, vigorosa y conectada capacidad en nuestras manosNuestras extremidades son formidablemente intricadas. Quedamos perplejos ante todas las cosas que son capaces de hacer y la independencia que muestran, especialmente los dedos de nuestras manos. Sin embargo, esos mismos detalles que se necesitan, tanto en anatomía para conocer los componentes del cuerpo como en la ciencia del robot para conseguir imitarlo mejor, nos devuelven una imagen mucho más clara de nuestras operarias garras: tienen menos independencia pero mayor flexibilidad.Hace mucho que los anatomistas saben de tendones. Uno de ellos, por ejemplo, mantiene unidos al llamado dedo del anillo y el meñique, restándole independencia a la hora de actuar, sin embargo, nuevas medidas de patrones en la activación neuromuscular muestran que todos los dedos son extremadamente receptivos y responden a cada movimiento de sus compañeros. Hay mayor unión que la propuesta por los tendones y músculos.“El estudio de la evolución humana nos dice que la apariencia digital de independencia es profundamente delusoria. Aun cuando pienses que sólo estás moviendo un dedo en realidad estás controlando toda la mano”, asegura para el periódico estadounidense The New York Times el profesor de neurología en la Universidad de Rochester, Marc H. Schieber.De hecho, por cada uno de estos tecleos hay un movimiento de los demás dedos, los principales son los que golpean las letras, otros son para levantar los dedos otra vez, otros movimientos los retiran de las teclas y otros más mantienen alejados a los dedos que no están trabajando.“Solemos pensar que estamos dándole a una tecla con un dedo en específico y que movemos un dedo a la vez por cada tecla que golpeamos, pero en realidad todos los dedos están en movimiento todo el tiempo”, añade.
“Son fenómenos de la rutina diaria que no notamos. El cerebro trata a ambas manos como si fueran un objeto unificado y comienza a asumir una configuración necesaria tan pronto, o hasta un micromomento antes, como sabemos lo que vamos hacer. Es decir, si estamos buscando la botella de agua, nuestras manos toman la forma genérica para agarrarla; asimismo, si buscamos un lápiz, el índice y el dedo del medio, los maestros de las manipulaciones motoras finas, forman una pinza preliminar mientras que el meñique y su compañero del anillo se esconden amablemente para no molestar”, escribe la periodista científica Natalie Angiers.
Por supuesto, no se puede hablar de las manos sin mencionar al adorado pulgar. Aunque no de mucha ayuda durante el tecleo, los investigadores nos dicen que cuando perdemos el pulgar perdemos la mitad, o más, de la funcionalidad de la mano.
“Por eso es que la gente que pierde un pulgar decide que otro dedo o hasta uno de los pies sea trasplantado en su lugar. El pulgar no nos separa de los demás primates porque es oponible ya que hay otros simios que tienen pulgares oponibles, pero sí porque es largo, flexible y fuerte. Somos más poderosos y precisos con nuestras manos por ello”, explica Lynette Jones, especialista en manos del Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT).
Así como todo está conectado en nuestras manoplas, de la misma forma nuestro cerebro funciona a toda capacidad todo el tiempo, alertando a un circuito, activando una región, inhibiendo neuronas aquí, desinhibiendo otras por allá, pero siempre atento a lo necesario, lo requerido y hasta lo que no tiene sentido. Tanto nuestras manos, como nuestros cerebros y cuerpos funcionan en su totalidad y en distintos niveles, quien diga lo contrario exotéricamente te quiere engañar.
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Y ese trato unificado es realmente general. Nuestro cerebro es una máquina estupenda y el control que ejerce sobre nuestros cuerpos es genial. A pesar de los errores, las neuronas no sólo están al tanto del todo, que vendría siendo el control neuronal a través del cerebro y los demás nervios hacia el resto del cuerpo, sino que también se han especializado de acuerdo con la región cerebral y con sus funciones en la vida.